El término Crowdsourcing [Crowd (multitud) + Outsourcing (externalización)] podríamos traducirlo por algo así como “Multitud que trabaja desde fuera”. ¿Qué significa eso? Pues en la práctica significa (por ejemplo) que Google, no lo hace Google si no todos nosotros.
Cada vez que clikeamos en una página, cada vez que la enlazamos en nuestros blogs, Google suma y posiciona, creando un ranking informativo en continua modificación. ¿Y qué obtenemos nosotros de este “trabajo no altruista” pues el poder usar de manera gratuita este navegador que creamos entre los usuarios. Y es que el lucro, en el caso de Google, viene de mano de los anunciantes, ellos son los que le dan infraestructura a este –en el fondo- sencillo sistema.
La información ha cambiado de manos y, ahora, son los periódicos los que nos dejan ventanas donde donar la información que nosotros obtenemos de primera mano. Los medios se convierten así en ventanas bidireccionales, que obtienen “periodistas” de manera gratuita, mientras que los usuarios conseguimos información casi en directo y de primera mano.
Tal es este fenómeno que empiezan a haber especialistas en cómo motivar (o mejor dicho, en analizar qué motiva) a la gente a realizar este tipo de trabajos.
Otro gran ejemplo de crowdsourcing es Twitter, empresa que este año intentaron comprar Google y Microsoft, llegando a ofrecer 4 billones (con “b”) de dólares, por hacerse con esta red. Y es que este intercambio de información a nivel mundial es una pera en dulce; donde no llegan los medios de comunicación convencionales, en cualquier lugar donde sucede algo, seguro que hay alguien con Twitter dispuesto a compartirlo.
Tanto es así, que el mismísimo jefe de la agencia de Manejo de Emergencias norteamericano, Craig Fugate (o @craigatFEMA), no duda en sacar su móvil para enterarse a golpe de tweets de cualquier altercado. “Es una forma de enterarse de lo que la gente ve y oye”, explica “Entonces puedo ver si la respuesta es acorde”.