La semana pasada tuve el grandísimo placer de visitar Fluctuaciones, la exposición en la que Daniel Canogar explora la complejidad del mundo digital a través de piezas que podrían considerarse basura informática y que, como ningún otro hace, él convierte en expresión artística y trascendente.
Basura tecnológica que alberga memoria
Fluctuaciones es una exposición que requiere mucho tiempo para poder analizarla, digerirla y procesarla como se merece. En mi caso he ido dos veces seguidas para poder apreciar Sikka Ingentium, la obra principal, en toda su dimensión.
El término sikka se refiere a las monedas de oro que se cosían a la ropa a modo de lentejuelas en la Babilonia bíblica; ingentium describe el laborioso trabajo que ha desempeñado Daniel Canogar en ella.
Sikka Ingentium es una videoinstalación en la que se proyectan más de 2400 películas sobre la superficie de los DVDs calibrados expresamente en un muro y cuyas proyecciones devuelven a su vez un reflejo fantasmagórico en la pared de enfrente.
El sonido de las películas reproduciéndose crea a su vez una banda sonora extraña, por momentos oscura, en la que por momentos se alcanza a adivinar algunos de los fragmentos elegidos de los filmes. Una forma de crear arte a partir de la proyección de DVDs y la utilización de sus carcasas como lienzo moderno. Una delicia para los amantes del cine, como es mi caso.
El arte a partir de YouTube
Otra de las piezas que me ha impactado muchísimo es Cannula, proyección de los vídeos más vistos de YouTube que a su vez se deforman para crear una composición líquida que recuerda al expresionismo abstracto.
Coches de Fórmula 1, youtubers contando trucos sobre cualquier cosa, literalmente, vídeos sobre limpieza y cosas que ni os imaginaríais que puedan tener millones y millones de reproducciones en YouTube (pero las tienen, porque el ser humano es así de fascinante -no necesariamente para bien-) inmortalizados creando un arte que jamás soñaron gracias a la habilidad y la originalidad de Daniel Canogar, un artista cuya obra es casi como un tratado metafísico de los tiempos que vivimos.
Fluctuaciones está compuesta por otras 22 piezas, otras dos de ellas pantallas grandes con videoproyecciones que se van formando en tiempo real y numerosas instalaciones pequeñas realizadas a partir de basura o chatarra tecnológica como teclas de teclados sobre las que se proyectan las letras, nudos de cable telefónico con videoanimaciones, etc.